El
20 de noviembre es el día Internacional de los
Derechos
de la
Infancia.
OBSERVAR
el desarrollo de una
persona desde que da sus primeros pasos en educación infantil hasta
que finaliza secundaria es casi mágico. Esos años que pasan desde
que alguien es casi un bebé hasta que es prácticamente adulto están
llenos de experiencias, aprendizajes y profundos cambios. Cuando la
educación contribuye al máximo desarrollo del potencial de cada
estudiante, contribuimos a darle alas.
La Convención sobre los Derechos del Niño dice en su preámbulo que los niños, niñas y adolescentes deben prepararse para una vida independiente en sociedad. El ejercicio del derecho a la participación es fundamental para lograrlo. Un enfoque educativo de educación en derechos de infancia que incorpora procesos de participación auténtica contribuye a afianzar la identidad del alumnado, a impulsar su confianza y sienta las bases de valores como la responsabilidad, la ciudadanía global, la democracia, el espíritu crítico y el respeto a los demás.
La Convención sobre los Derechos del Niño dice en su preámbulo que los niños, niñas y adolescentes deben prepararse para una vida independiente en sociedad. El ejercicio del derecho a la participación es fundamental para lograrlo. Un enfoque educativo de educación en derechos de infancia que incorpora procesos de participación auténtica contribuye a afianzar la identidad del alumnado, a impulsar su confianza y sienta las bases de valores como la responsabilidad, la ciudadanía global, la democracia, el espíritu crítico y el respeto a los demás.
Estas
competencias no pueden esperar a la edad adulta para desarrollarse:
si no las impulsamos desde los primeros años de escuela, nuestro
alumnado puede perder la ventana de oportunidad que tiene en su
infancia y adolescencia para desarrollarlas. Si queremos construir
sociedades libres, democráticas, en las que el respeto al otro y la
responsabilidad impulsen la convivencia, debemos animar a los niños,
niñas y adolescentes a participar, facilitándole herramientas y
espacios en su entorno, incluida la escuela. Participando, aprendemos
a dialogar como iguales, a compartir y a ser responsables,
superándonos a nosotros mismos.
La
participación forma personas fuertes y con alas.
Este
año hemos trabajado en el aula una actividad propuesta por UNICEF,
llamada “Por todos mis compañeros”.
Una
acción que tiene como objetivos reconocer la participación infantil
como un
derecho
y una responsabilidad, fortalecer las competencias del trabajo en
equipo,
lograr identificar problemas cercanos, definir un objetivo para
solucionar
el problema y elaborar un plan para el logro del objetivo marcado.
En
cada aula hay auténticos expertos en lograr que las cosas salgan
bien. Solo
necesitan
un objetivo, un buen plan y alguien que de alas a su potencial. Entre
todos
podemos elaborar un plan que haga de esta celebración algo
memorable.
¡CAMBIEMOS
LAS REGLAS DEL JUEGO! ¿TE UNES?.
ACTIVIDAD:
Cada alumno reconoce e identifica un problema o situación "molesta", la cual puede corregir o
contribuir para su cambio. Lo expone y se responsabiliza para solucionarlo mediante un compromiso
por escrito, con su propia marca de identidad, su mano. Así entre todos llegamos a alcanzar y lograr
metas y pequeños cambios muy valiosos para nuestra realidad educativa, haciendo partícipes a los
protagonistas de sus logros. Dando alas💟🐣🐤🐥💟
contribuir para su cambio. Lo expone y se responsabiliza para solucionarlo mediante un compromiso
por escrito, con su propia marca de identidad, su mano. Así entre todos llegamos a alcanzar y lograr
metas y pequeños cambios muy valiosos para nuestra realidad educativa, haciendo partícipes a los
protagonistas de sus logros. Dando alas💟🐣🐤🐥💟
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